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Gatos en libertad, problema ecologico

Los gatos son maravillosas criaturas, animales singulares, misteriosos, con un carácter selectivo e incluso caprichoso que convive en ellos junto a ese halo de depredador salvaje que la domesticación no ha podido borrar.

En contraposición al fascinante animal de compañía, encontramos otra cara en la misma moneda, y es aquella que considera al gato doméstico como una de las especies invasoras más perjudiciales y extendidas de todo el planeta. Sé que muchas personas se sorprenderán al leer esto, incluso quizá se hayan indignado mientras miran al precioso gato con quien comparten la vida. Pero estoy segura de que al final de este artículo estarán de acuerdo conmigo en la realidad que protagoniza un porcentaje muy concreto de gatos en unas circunstancias muy concretas.
Naturalmente, este artículo no constituye una crítica a los gatos, animales que adoro, respeto y admiro, sino y ante todo una llamada de atención ante el abandono de mascotas y las consecuencias ambientales (¡por no entrar en las éticas!) que ello conlleva. Para que pongamos cara al problema diremos que de los 400 millones de gatos que estimamos hay en el mundo, más de 100 millones son animales «sin dueño», es decir, que viven por sus propios medios en las ciudades, los suburbios o asilvestrados en los hábitats naturales. En Ecología, estos animales se conocen con el nombre de «free-roaming cats» o gatos con libertad de movimiento. Formalmente, la población mundial de estos gatos free-roaming incluye a 4 tipos de ejemplares:
aquellos abandonados o perdidos recientemente; los ferales; los semiferales; y los gatos caseros que tienen acceso al exterior de las viviendas de sus dueños.

Aclarando conceptos
Como imagino que algunos de estos conceptos serán nuevos,dedicaremos unos segundos a clarificarlos.   Los gatos ferales son aquellos gatos domésticos que se han naturalizado, es decir,que se han asilvestrado, independizándose por completo del hombre,formando colonias en plena naturaleza y cazando para subsistir. Los gatos semiferales, por su  parte,viven de forma relativamente independiente pero consumen el alimento que les facilita el hombre, además de cazar para completar su dieta. Los gatos vagabundos que podemos ver en todas las ciudades son gatos semiferales pero también lo son aquellos que ocupan entornos naturales próximos a urbanizaciones o pueblos y que por las noches se acercan a los contenedores de basura para comer. Los gatos perdidos o abandonados recientemente pueden morir ante la situación de desamparo en la que se encuentran aunque la mayor parte sobreviven gracias a su instinto, convirtiéndose en gatos ferales o semiferales. Por último, los gatos caseros con acceso al exterior son especialmente frecuentes en áreas  residenciales enmarcadas en entonos naturales, urbanizaciones, pueblos, granjas o fincas aisladas. Aunque  sólo suelen tener libertad de movimiento durante del día, pueden alejarse bastante de sus hogares,  internándose en los entornos naturales adyacentes y pudiendo entrar en contacto con la fauna silvestre.  Aunque la mayor parte de los dueños de este tipo de gatos lo desconoce, en sus paseos fuera de casa  suelen capturar y matar pequeños animalillos para satisfacer ese gran instinto cazador, sumándose (aunque  en menor medida) al daño que ocasionan los ferales y semiferales.

Depredación
Este escenario sitúa millones de gatos domésticos en ecosistemas naturales de todo el globo, lo que conlleva graves problemas ecológicos, especialmente cuando ocupan áreas habitadas por especies amenazadas, por ejemplo: Parques Nacionales, Parques Naturales, Reservas de la Biosfera o regiones similares. Para que  podamos valorar la entidad del problema comenzaremos diciendo que el gato es un cazador nato, un depredador de fortísimo instinto y grandes aptitudes para la captura de pequeños mamíferos, aves, reptiles e  incluso insectos. El estudio detallado del comportamiento felino ha desvelado que todos los tipos de gatos freeroaming presentan una elevada incidencia de depredación en las comunidades biológicas que ocupan. En el caso de los gatos ferales la caza es completamente indispensable para la supervivencia de los ejemplares, existiendo una regulación de las poblaciones de gatos en función de la disponibilidad de presas. Esto significa que el número de gatos ferales se encuentra controlado por la cantidad de alimento que existe en una región, como sucede con todos los depredadores silvestres.
Mayor es el problema que rodea a gatos semiferales. SUdieta se encuentra suple mentada por el hombre de
modo que pueden alcanzar grandes densidades con independencia de la disponibilidad de presas. Esdecir,
en una zona puede haber un número de gatos mucho mayor que el que la población de presas puede  soportar. La presión de caza ejercida por los felinos puede llegar a ser tan elevada que podría suponer una seria amenaza para la supervivencia de algunas especies sobre las que depreda. Este problema resulta especialmente grave en islas donde los gatos domésticos de carácter semiferal han provocado el declive e  incluso la extinción de cientos de especies. Si valoramos que muchas de ella son endémicas (es decir, exclusivas de esa zona geográfica concreta) su extinción en una isla puede suponer su completa desaparición a nivel mundial.

Competencia con otras especies 
Aunque esta presión de depredación parece más intensa y de consecuencias más graves en las islas,  también tiene lugar en ecosistemas continentales siendo especialmente dañina en áreas muy alteradas por actividades humanas o en regiones ocupadas por especies en peligro de extinción. Sea cual sea la zona de la que estemos hablando, éste no es el único efecto de la presencia de gatos domésticos en los ecosistemas. La elevada depredación conlleva además una intensa competencia con los depredadores naturales. Animales como zorros, ginetas, garduñas, tejones, gatos monteses, turones o aves rapaces se alimentan de esas mismas presas cuyas poblaciones pueden disminuir por la presión de un número excesivo de gatos ferales, semiferales e incluso de gatos caseros con acceso al exterior. Ellos encontrarán un cuenco de pienso al regresar a casa, un puñado de comida que alguien de la urbanización deja cada noche en su jardín o un contenedor de basura al que acudir. Pero la mayor parte de los depredadores silvestres sólo disponen de las presas que puedan capturar en el medio natural. Si su número desciende, inevitablemente la cantidad de estos animales también lo hará, pudiendo incluso llegar a desaparecer de aquellas zonas donde los gatos domésticos free-roaming sean muy abundantes. Algunas especies de carácter más oportunista como los zorros o las garduñas, pueden adaptarse a las circunstancias, cambiando los hábitos alimentarios o  acercándose a esos mismos contenedores de basura que frecuentan los gatos. Pero las especies más sensibles, aquellas con unos requerimientos ecológicos o alimentarios más exigentes, no lo harán.

Riesgo sanitario
Un tercer aspecto que se encuentra asociado a los anteriores y que también supone un riesgo importante es
el sanitario. Si los gatos free-roarning coexisten con la fauna silvestre en los entornas naturales, explotan los mismos recursos, acuden a los mismos contenedores de basura e incluso pueden coincidir en el mismo lugar y en el mismo momento, puede crearse un flujo de transmisión de enfermedades entre unos y otros. Por un lado, existe un riesgo sanitario para la fauna silvestre, ya que esos gatos domésticos pueden introducir parásitos o virus en las poblaciones silvestres que pueden ser causa de graves epidemias. Pensemos por ejemplo en el riesgo que existe para poblaciones como la del lince ibérico, el felino más amenazado del planeta, que cuenta con poquísimos individuos y ocupa territorios con una elevada presión humana, y por tanto, con una gran presencia de gatos free-roarning. El contacto entre ambos puede propiciar contagios de enfermedad como el virus de la leucemia felina. Esto ya se ha producido en diferentes puntos del área de distribución del lince, poniendo en riesgo la supervivencia no sólo de algunos ejemplares sino también de toda esta especie endémica de la Península Ibérica. Aunque este hecho deficiencia felina o la toxoplasmosis, muy grave para el feto si se transmite a mujeres embarazadas.

Hibridación
Por último, destacar un cuarto efecto de la presencia de gatos domésticos en los entornas naturales: la hibridación con el gato montés, es decir, la reproducción entre animales silvestres y domésticos. Aunque este fenómeno tiene diferente incidencia a lo largo y ancho del planeta, parece relativamente frecuente en  aquellas zonas donde el gato montés es escaso y los gatos domésticos abundantes, por ejemplo, en zonas naturales próximas a núcleos urbanos o áreas muy humanizadas. Quizá el lector no valore a simple vista la gravedad de la hibridación pero supone la pérdida de la integridad genética del gato montés, es decir, la pérdida de aquello que hace a los gatos monteses ser quienes son. Aquello que les ha conferido el éxito de  la supervivencia.

¿QUÉ PODEMOS HACER NOSOTROS?
Ser responsables con nuestras mascotas, manteniéndolas vacunadas y en perfectas condiciones sanitarias. Si  residimos en urbanizaciones y nuestros gatos tienen acceso al exterior, procurar que éste sea sólo durante el  día, evitando escapadas nocturnas cuando la actividad de la fauna silvestre es mayor. Así mismo, podemos colocarles un collar con un cascabel, lo que permitirá que ellos disfruten de su juego favorito, la caza, con  un mínimo impacto sobre las pequeñas presas silvestres, que podrán huir al escuchar el tintineo. Si no pensamos cruzar a nuestro gato, resulta muy recomendable esterilizarlo, especialmente en el caso de los  machos con libertad de movimientos ya que evitaremos que se reproduzca con hembras ferales, semiferales o incluso con gatos monteses cuyo territorio se encuentre próximo a nuestra zona residencial. No cerremos los ojos a este problema y tratemos de contribuir en la medida de nuestras posibilidades a construir una sociedad más responsable y humana, donde el abandono de mascotas deje de ser el pan nuestro de cada  día y se convierta en una excepción deplorable. Eduquemos a nuestros niños en el respeto absoluto por esas maravillas de la naturaleza, los animales.
Fuente: Revista Pelo Pico Pata

Categorías: gatos
  1. 19/11/2011 a las 18:12

    Hay una cosa en este imporantísimo e interesantísimo artículo con la que no estoy de acuerdo, humildemente, claro, y basada en mi propia y pobre experiencia, y es que en las colonias los gatos también quieren al hombre; al menos en las que se les alimenta y aunque estén salvajes cuando conocen a quienes les alimentan también reclaman atenciones y juegos… Dicen que no sólo de pan vive el hombre, y quizás tampoco el gato.
    Saludos y besos, y a ver si este comentario sale porque en otro post he puesto uno tres veces y nada, grñññ, aunque no decía nada yo sino que alababa el artículo (el de los cuidados básicos del gato).

  2. 27/11/2011 a las 1:53

    Y constituye otro motivo más para poner un gato (o más) en nuestras vidas: ¡ser ecológicos y aportar sostenibilidad al planeta! 😉
    No me ha gustado la frase de la toxoplasmosis y el feto porque ahí hay mucho que hablar, como bien sabes, y creo que sobra.

  3. 27/11/2011 a las 11:35

    el articulo lo pongo completo, por lo general las fotos son tb del articulo, a menos que sean mis gatos lo que aparezcan o al no haber fotos decentes buscarlas en la red 😉

  4. 27/11/2011 a las 16:57

    ¡Claro! Como debe ser; criticaba al autor del artículo.
    ¡Besos para ti y muuuchos mimos para los bichos!

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